DOCUMENTO DE PUEBLA (1979)
Mensaje A Los Pueblos De América Latina
b) Las vocaciones sacerdotales y religiosas. En la mayoría de vuestros países, no obstante un esperanzador despertar de vocaciones, es un problema grave y crónico la falta de las mismas. La desproporción es inmensa entre el número creciente de habitantes y el de agentes de la evangelización. Importa esto sobremanera a la comunidad cristiana. Toda comunidad ha de procurar sus vocaciones, como señal incluso de su vitalidad y madurez. Hay que reactivar una intensa acción pastoral que, partiendo de la vocación cristiana en general, de una pastoral juvenil entusiasta, dé a la Iglesia los servidores que necesita. Las vocaciones laicales, tan indispensables, no pueden ser una compensación suficiente. Más aún, una de las pruebas del compromiso del laico es la fecundidad en las vocaciones a la vida consagrada. (ver Documento de Puebla)
Bajo El Dinamismo Del Espíritu. Opciones Pastorales: La Juventud
6. Invitamos cordialmente a los jóvenes a vencer los obstáculos que amenazan su derecho de participación consciente y responsable en la construcción de un mundo mejor. No les deseamos la ausencia pecaminosa de la mesa de la vida, ni la triste entrega a los imperativos del placer, del indiferentismo o de la soledad voluntaria e improductiva. Ya pasó la hora de la protesta traducida en formas exóticas o a través de exaltaciones intempestivas. «Vuestra capacidad es inmensa». Ha llegado el momento de la reflexión y de la plena aceptación del desafío de vivir, en plenitud, los valores esenciales del verdadero humanismo integral. (Ver Documento de Puebla).
DOCUMENTO DE SANTO DOMINGO (1992)
Líneas Pastorales Prioritarias
30. Para que Cristo esté en medio de la vida de nuestros pueblos, convocamos a todos los fieles a una Nueva Evangelización y llamamos especialmente a los laicos, y entre ellos a los jóvenes. Y en esta hora confiamos que muchos jóvenes, ayudados por una eficaz pastoral vocacional, puedan responder al llamado del Señor para el sacerdocio y la vida consagrada. (ver Documento de Santo Domingo)
e) La Atención A Los Diáconos Permanentes
76. Para el servicio de la comunión en América Latina, tiene importancia el ministerio de los diáconos. Ellos son, en forma muy privilegiada, signos del Señor Jesús «que no ha venido a ser servido sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos» (Mt 20,28). Su servicio será el testimonio evangélico frente a una historia en que se hace presente cada vez más la iniquidad y se ha enfriado la caridad (cf. Mt 24,12).
Para una Nueva Evangelización que, por el servicio de la Palabra y la Doctrina Social de la Iglesia, responda a las necesidades de promoción humana y vaya generando una cultura de solidaridad, el diácono permanente, por su condición de ministro ordenado e inserto en las complejas situaciones humanas, tiene un amplio campo de servicio en nuestro Continente.
77. —Queremos reconocer nuestros diáconos más por lo que son que por lo que hacen.
—Queremos acompañar a nuestros diáconos en el discernimiento para que logren una formación inicial y permanente, adecuada a su condición.
—Continuaremos nuestra reflexión sobre la espiritualidad propia de los diáconos fundamentada en Cristo siervo, para que vivan con hondo sentido de fe su entrega a la Iglesia y su integración con el presbiterio diocesano.
—Queremos ayudar a los diáconos casados para que sean fieles a su doble sacramentalidad: la del matrimonio y la del orden y para que sus esposas e hijos vivan y participen con ellos en la diaconía. La experiencia de trabajo y su papel de padres y esposos los constituyen en colaboradores muy calificados para abordar diversas realidades urgentes en nuestras Iglesias particulares.
—Nos proponemos crear los espacios necesarios para que los diáconos colaboren en la animación de los servicios en la Iglesia, detectando y promoviendo líderes, estimulando la corresponsabilidad de todos para una cultura de la reconciliación y la solidaridad. Hay situaciones y lugares, principalmente en las zonas rurales alejadas y en las grandes áreas urbanas densamente pobladas, donde sólo a través del diácono se hace presente un ministro ordenado.
1.3.2. Las Vocaciones Al Ministerio Presbiteral Y Los Seminarios
78. «Sucedió que por aquellos días se fue Jesús al monte para orar, y se pasó la noche en la oración a Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, y eligió doce de entre ellos, a los que llamó también apóstoles» (Lc 6,12-13; Mc 3,13-14).
«Y al ver a la muchedumbre, sintió compasión de ella, porque estaban vejados y abatidos como ovejas que no tienen pastor» (Mt 9,36-38).
En el marco de una Iglesia «comunión para la misión», el Señor, que nos llama a todos a la santidad, llama a algunos para el servicio sacerdotal.
a) La Pastoral Vocacional: Una Prioridad
79. Estamos frente a hechos innegables: hay un aumento de las vocaciones sacerdotales, ha crecido el interés por una pastoral que presente a los jóvenes, con claridad, la posibilidad de un llamado del Señor.
Pero los jóvenes llamados no pueden sustraerse a los cambios familiares, culturales, económicos y sociales del momento. La desintegración familiar puede impedir una experiencia de amor que prepare para la entrega generosa de toda la vida. El contagio de una sociedad «permisiva» y consumista no favorece una vida de austeridad y sacrificio. Puede suceder que la motivación vocacional resulte, sin quererlo el candidato, viciada con razones no evangélicas.
80. Por eso consideramos muy importante:
—Estructurar una pastoral vocacional inserta en la pastoral orgánica de la diócesis, en estrecha vinculación con la pastoral familiar y la juvenil. Es urgente preparar agentes y encontrar recursos para este campo de la pastoral y apoyar el compromiso de los laicos en la promoción de vocaciones consagradas.
—Fundamentar la pastoral vocacional en la oración, en la frecuencia de los sacramentos de la Eucaristía y la Penitencia, la catequesis de la confirmación, la devoción mariana, el acompañamiento con la dirección espiritual y un compromiso misionero concreto; éstos son los principales medios que ayudarán a los jóvenes en su discernimiento.
—Procurar el fomento de las vocaciones que provengan de todas las culturas presentes en nuestras Iglesias particulares.
El Papa nos ha invitado a prestar atención a las vocaciones de indígenas (cf. Juan Pablo II, Mensaje a los indígenas, 12.10.92, 6; Mensaje a los afroamericanos, 12.10.92, 5).
81. —Mantienen su validez los seminarios menores y centros afines debidamente adaptados a las condiciones de la época actual para los jóvenes de los últimos años de educación media en los que empieza a manifestarse un fuerte deseo por la opción hacia el sacerdocio. En algunos países y en ambientes familiares muy deteriorados son necesarias estas instituciones para que los jóvenes crezcan en su vivencia cristiana y puedan hacer una más madura opción vocacional.
82. Ante el resurgimiento de vocaciones entre los adolescentes, es tarea nuestra su adecuada promoción, discernimiento y formación.
—En nuestra pastoral vocacional tendremos muy en cuenta las palabras del Santo Padre: «condición indispensable para la Nueva Evangelización es poder contar con evangelizadores numerosos y cualificados. Por ello, la promoción de las vocaciones sacerdotales y religiosas... ha de ser una prioridad de los obispos y un compromiso de todo el pueblo de Dios» (Juan Pablo II, Discurso inaugural, 26).
1.3.3. La Vida Consagrada
85. La vida consagrada, como don del Espíritu Santo a su Iglesia, que pertenece a la vida íntima y santidad de la Iglesia (cf. LG 44; EN 69), es manifestada por el testimonio heroico de muchas religiosas y religiosos que a partir de su singular alianza con Dios hacen presente en todas las situaciones, hasta las más difíciles, la fuerza del Evangelio.
Por su experiencia testimonial, la vida religiosa «ha de ser siempre evangelizadora para que los necesitados de la luz de la fe acojan con gozo la Palabra de salvación; para que los pobres y los más olvidados sientan la cercanía de la solidaridad fraterna; para que los marginados y abandonados experimenten el amor de Cristo; para que los sin voz se sientan escuchados; para que los tratados injustamente hallen defensa y ayuda» (Juan Pablo II, Homilía en la Catedral de Santo Domingo, 10.10.92, 8).
La Virgen María, que pertenece tan profundamente a la identidad cristiana de nuestros pueblos latinoamericanos (cf. DP 283), es modelo de vida para los consagrados y apoyo seguro de su fidelidad.
La vida consagrada, siendo don peculiar de Dios a su Iglesia, es necesariamente eclesial y enriquece a las Iglesias particulares.
86. De singular fecundidad evangelizadora y misionera es la vida contemplativa; ella testimonia con toda su vida la primacía de lo absoluto de Dios. Con alegría constatamos su aumento de vocaciones y el envío a otros países.
89. Otra forma de consagración es la de las vírgenes consagradas a Dios por el obispo diocesano, esposas místicas de Jesucristo, que se entregan al servicio de la Iglesia (cf. C.I.C. 604, 1).
90. La mujer consagrada contribuye a impregnar de Evangelio nuestros procesos de promoción humana integral y da dinamismo a la pastoral de la Iglesia. Ella se encuentra frecuentemente en los lugares de misión que ofrecen mayor dificultad y es especialmente sensible al clamor de los pobres. Por esto es necesario responsabilizarla más en la programación de la acción pastoral y caritativa.
91. «La obra de evangelización (dice el Papa) en América Latina ha sido, en gran parte, fruto de vuestro servicio misionero... También en nuestros días los religiosos y religiosas representan una fuerza evangelizadora y apostólica primordial en el continente latinoamericano» (Juan Pablo II, «Los Caminos del Evangelio», 29.6.90, 2.3).
En su carta a los religiosos de América Latina (Juan Pablo II, «Los Caminos del Evangelio», 29.6.90) el Santo Padre les plantea los siguientes retos: seguir «en la vanguardia misma de la predicación, dando siempre testimonio del Evangelio de la salvación» (n. 24). «Evangelizar a partir de una profunda experiencia de Dios» (n. 25). «Mantener vivos los carismas de los fundadores» (n. 26). Evangelizar en estrecha colaboración con los obispos, sacerdotes y laicos, dando ejemplo de renovada comunión (cf. n. 27). Estar en la vanguardia de la evangelización de las culturas (cf. n. 28). Responder a la necesidad de evangelizar más allá de nuestras fronteras.
Líneas Pastorales
92. Esta IV Conferencia señala los siguientes compromisos y líneas de acción pastoral con relación a la vida consagrada:
—Reconocer la vida consagrada como un don para nuestras Iglesias particulares.
—Fomentar la vocación a la santidad en las religiosas y religiosos valorando su vida por su misma existencia y testimonio. Por eso queremos respetar y fomentar la fidelidad a cada carisma fundacional como contribución a la Iglesia. (ver Documento de Santo Domingo)
DOCUMENTO DE APARECIDA
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